Allá, en Tequila, fiel Municipio, surgió leyenda,
fui fecundado, mi orgullo nace, virtuosa senda,
lugar, Jalisco, hermoso Estado, México aliento,
tierra sagrada, entre los surcos picos al viento.
Planta soñada tan suculenta de la mañana
que, a nuestra patria, con todo el mundo bien que la hermana,
de especie agave, tequilana weber azul bendito,
variedad preciada, clasificada por erudito.
Del griego “ayaun”, noble admirable, tipo mezcal,
no niego estirpe ni parentela, no sé del mal,
fui concebido, deseado, amado, jugo pureza,
por Mayahuel, que nunca acabe esta grandeza.
Llevo en el alma pencas, espinas; un leal Señor,
también nombrado, por buen oficio, el Jimador,
porta en sus manos fuerte instrumento llamado coa,
“jima las piñas”, las corta, limpia, merece loa.
Es mi proceso, fabricación, conocimiento
del triturado, por la extracción, el cocimiento,
el fermentado, el destilado, pulcro filtrado,
añejamiento, regio mezclado, . . . rito alabado.
Tengo una industria maravillosa que asaz germina,
en más regiones da beneficio, ferviente mina,
por Tamaulipas, en Nayarit, por Guanajuato,
en Michoacán, me han apoyado desde hace rato.
Pleno, consciente de cualidades las que me rigen,
que anuncian casta, imagen, denominación de origen,
tequila sacro muestra de esfuerzo límpido, sano,
producto, emblema, líquido elixir, muy mexicano.
El ser humano ha valorado, puntual, mi esencia,
en “caballito”, en la cantina, en bar, presencia,
con sal, limones, roja sangrita, néctar de fruta,
también mezclado de otras maneras, se me disfruta.