15 Feb 2022
La Mulata de Córdoba: La leyenda veracruzana que pocos conocen
Cuenta la tradición que hace mas de dos siglos en la ciudad de Córdoba, Veracruz, vivió una célebre mujer, una joven que nunca envejecía a pesar de sus años. Nadie sabía de quién era hija, pero todos la llamaban “La Mulata”.
Para la mayoría, esta joven era una bruja, una hechicera que había realizado un pacto con el diablo, quien la visitaba todas las noches.
Los vecinos aseguraban que al pasar por su casa a media noche habían visto que por las rendijas de las ventanas y de las puertas salía una luz siniestra, como si por dentro un poderoso incendio devorara la habitación.
Otros decían que la habían visto volar por los tejados en forma de mujer, despidiendo por sus negros ojos miradas satánicas y sonriendo diabólicamente con sus labios rojos y sus dientes blancos. De ella se contaban prodigios. Cuando apareció en la ciudad los jóvenes se prendaron de su hermosura, a tal grado que empezaron a disputarse su amor.
Ella desdeñaba a todos. De ahí nació la creencia de que el único dueño de su amor era el señor de las tinieblas. Sin embargo, aquella mujer frecuentaba los sacramentos, asistía a misa, hacía caridades; ayudaba a los necesitados.
Se decía que estaba en todas partes, en distintos puntos y a la misma hora; alguna vez fue vista a un tiempo en Córdoba y en México. Tenía el don de ubicuidad, sencillamente vestida, con aire vulgar, maneras desembarazadas y sin revelar el poder que poseía.
La hechicera servía también como abogada de imposibles. Las muchachas sin novio, las que perdían la esperanza de encontrar marido, los desempleados, las damas que ambicionaban las joyas de la virreina, los militares retirados, los médicos jóvenes y sin fortuna, todos acudían a ella, quedando contentos y satisfechos.
La fama de esa mujer era inmensa, en toda la Nueva España se hablaba de ella, por eso hoy en día, cuando se pide alguna cosa irrealizable, se acostumbra a decir: ¡No soy la Mulata de Córdoba!
Nadie sabe cuánto duró la fama de aquella mujer, prodigio de su época y admiración de los futuros siglos. Lo que sí se asegura es que un día en la Ciudad de México se supo que la Mulata había sido traída desde la villa de Córdoba a las sombrías cárceles del Santo Oficio.
Esta noticia fue causa de atención de todas las clases de la sociedad, entre las platicas de las tiendas del Parián se habló mucho de aquel suceso y hasta hubo alguien que sostuvo que la Mulata cayó en el Santo Tribunal no por hechicera ni bruja, sino por la inmensa fortuna que poseía, consistente en diez grandes barriles de barro llenos de polvo de oro. Otro más afirmaba la existencia de un amante despechado que la denunció en Córdoba.