23 Feb 2023
El poeta y la amada inmóvil
Según Carlos Monsiváis, el poeta Amado Nervo era un solterón dedicado a sus libros y poemas que no creía en el matrimonio, cuando fue enviado a París por un periódico para cubrir la Feria Mundial, fue que se topó con Ana, una mujer a la que describió como “rubia y nevada” (“la mano que teje los destinos nos puso a Ana y a mí frente a frente… un minuto más menos y no nos hubiéramos encontrado. Pero estaba escrito”). Fue amor a primera vista para los dos. Ella le advirtió que no era mujer para un solo día, a lo que él le respondió que, para cuántos años, entonces. Ella rió y le contestó: “Para toda la vida”.
A partir de ahí, sin embargo, pasaron solo 11 años.
Los enamorados se veían todos los días, a escondidas, ya que Ana era casada y tenía una hija de su unión anterior, y Amado era un diplomático que debía guardar las normas de su cargo y de la sociedad del 1900 (“no teníamos el derecho de amarnos a la luz del día y nos habíamos amado en la penumbra de un sigilo y de una intimidad tales que casi nadie en el mundo sabía nuestro secreto. Mi secreto”).
Durante esta gran historia de amor, varios de los mejores poemas de Nervo fueron escritos para ella: La amada inmóvil.
En diciembre de 1911, Ana Cecilia Luisa Dailliez enfermó de fiebre tifoidea y su agonía fue terrible.
El poeta veía como, poco a poco, su amada perdía la batalla, a su muerte, él escribió a un amigo: “Su muerte es una brutal amputación de mi corazón…”. Fue entonces que escribió una de sus mejores obras: “La amada inmóvil”, versos a una muerta, donde recrea los momentos en que veló al gran amor de su vida, a manera de medicina espiritual, para aliviar un poco a su medio corazón.
La obra es una trágica descripción del duelo ante la muerte del ser amado, al grito desgarrador de “estoy enamorado de una muerta”.
Para mayor información puedes recurrir a estos vídeos en los cuales se relata dicha obra: Video 1 y Vídeo 2.