Los colibríes pueden mantenerse suspendidos en el aire y volar en cualquier dirección. algunos son capaces de aletear hasta 200 veces por segundo y alcanzar velocidades de hasta 95 km/h. Pueden alcanzar hasta 1,260 latidos por minutos. Su peculiar pico les permite alimentarse del néctar de una gran cantidad de flores, esto los convierte en la única ave polinizadora (de más de 1,000 especies de plantas en todo el continente), de ahí su importancia para el funcionamiento de los ecosistemas.
El Mito Azteca del colibrí
En la lengua náhuatl al colibrí se le conoce como “huitzilin”, como te podrás imaginar esta palabra es raiz del nombre de uno de los dioses más poderosos para los Aztecas, “Huitzilopochtli” el dios de la guerra y del sol.
La leyenda cuenta que estaba Coatlicue, la diosa de la fertilidad (la que viste falda de serpientes), barriendo el templo de Coatépec (Cerro de las serpientes) cuando del cielo cayó una bola de hermosas plumas azules, ella las tomó y las resguardó en su seno, y con ello quedó embarazada. El bebé en su viente era Huitzilopochtli (cuyo nombre significa “colibrí sureño o colibrí zurdo”).
Coyolxauhqui, hija de Coatlicue, se sintió deshonrada por el embarazo misterioso de su madre, por lo que planeó su muerte junto a sus 400 hermanos “Centzonhuitznahua”, el bebé Huitzilopochtli hablaba a su madre desde el vientre y le decía que él mismo la defendería del ataque de sus hermanos.
Justo en el momento que llegaba Coyolxauhqui y sus hermanos a matar a Coatlicue, nació Huitzilopochtli equipado con una armadura, un escudo de águila, una sandalia de plumas de colibrí en el pie (sur) izquierdo (zurdo) y una xiuhcoatl (serpiente de fuego), con esta última cortó la cabeza de Coyolxauhqui y la lanzó junto con su cuerpo desmembrado al cielo, convirtiéndose así en la luna, de la misma forma asesinó a los 400 hermanos y ellos se convirtieron en estrellas; Huitzilopochtli se convirtió en sol, naciendo de esta forma una metáfora del sol persiguiendo a la luna y las estrellas por la eternidad en defensa de su madre.
Si recordamos, fue Huitzilopochtli quien transmitió el mensaje a los mexicas para que migraran de Aztlán en busca de la señal que les indicaría la tierra prometida (Valle de México) para la fundación de la Gran Tenochtitlán. En su travesía siempre los acompañaba una pequeña ave que les mostraba el camino, el colibrí, alter ego o nahual de Huitzilopochtli.
La hermosa imagen del colibrí se encuentra impregnada en muchos de los objetos, murales y códices de la cultura azteca. Los mexicas estaban seguros de que los guerreros caídos en batalla reencarnaban en esta pequeña ave, sus espíritus acompañaban al Dios Sol como fantásticos rayos multicolor después de haber viajado al mundo de los muertos.
“Todo su cuerpecito no excede al de una pequeñita almendra; la cola larga, la cabeza proporcionada, el cuello corto, el piquito largo, delgado y fino. Blanco en el nacimiento y negro en la punta; las alitas largas y menudas; tan ligero en su manejo, que cuando vuela casi no se ve y sólo se percibe por un zumbido que hace; sus ojos muy alegres y hermosos. La pluma es verde en la mayor parte, con pintas amarillas y azules. Anda en los jardines chupando las flores y, sin parar su vuelo, mete el piquito en la flor y saca el jugo con tanta delicadeza que ni la maltrata ni aún la inclina abajo.” Fray Francisco de Ajofrín, Diario del viaje que hicimos a México, 1776.
La leyenda Maya del colibrí
Por su parte, los Mayas, le otorgaron a esta magnífica ave una función y a la vez un hermoso significado que hoy en día nos sigue alegrando el momento cuando vemos un pequeño colibrí.
El mito es el siguiente:
Cuando los dioses crearon todas las cosas (plantas, árboles, piedras, montañas, animales, etc.) y a cada uno le asignaron su función, se dieron cuenta de que a ninguno le habían encargado llevar los deseos y pensamientos de un lugar a otro.
Como ya no tenían barro ni maíz para crear a otro animal, usaron una piedra de jade y tallaron una flecha muy pequeña, cuando estuvo lista, soplaron sobre ella y la flechita salió volando y cobró vida, habían creado al x ts’unu’um (colibrí).
X ts’unu’um era tan frágil y ligero que podía acercarse a las flores más delicadas y alimentarse de ellas sin mover uno solo de sus pétalos, además sus plumas brillaban bajo el sol como gotas de lluvia y reflejaban todos los colores.
Los hombres, al ver tan hermoso ser, trataron de atraparlo para adornarse con sus plumas, pero los dioses se enojaron y ordenaron: “si alguien lo atrapa, será castigado”. Es por eso que ver a un colibrí volar es buen augurio, pues alguien te ha mandado buenos deseos o pensamientos; si un colibrí vuela alrededor de tu cabeza, recuerda a aquellos que amas, pues está tomando tus deseos y pensamientos y los llevará a otros; pero si llegas a capturar, enjaular, o peor, matar a algún colibrí (como aquellos que buscan usarlos como amuleto para el amor) serás castigado con la peor de las suerte.
¿Conocías el significado de los colibríes para nuestros antepasados y nuestra cultura? ¿Qué otro significado conoces para quien tiene la fortuna de ver a estas magníficas aves? Coméntanos en Facebook y si te gustó el artículo ¡compartelo!
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